Día 15. Baile (Escritober 2020)

 

    —¡Bienvenidos a la retransmisión en directo de la fiesta de Verónica Jannuzzi y Gabriella Escarcena! Les informa Lucas Castro desde la mansión Jannuzzi. Por favor, dad la bienvenida a nuestras dos invitadas estrella y las causantes de que esta noche estemos aquí presenciando y cubriendo para ustedes este espectacular evento... ¡Verónica y Gabriella! —exclamó el periodista dando paso a las dos modelos para que entrasen en el plano de la cámara y, así, comenzar la entrevista.

    Verónica y Gabriella hicieron acto de presencia, y estaban increíblemente elegantes.

    Verónica llevaba un vestido largo y rojo, que hacía que su piel clara como la porcelana y su pelo rizado del color del cobre más oscuro, recogido en un moño, resaltasen como si fuesen atributos únicos que ninguna otra persona sobre la tierra poseía. La mujer de los labios del millón de euros llevaba estos pintados de un rojo intenso que simulaba el color del vestido. Aquellos labios enmarcaban perfectamente la sonrisa tan impecable que lucía, y que relucía de la misma forma en la que lo hacía el pequeño collar de diamantes alrededor de su cuello, que aportaba un toque elegante y sencillo a todo el conjunto.

    A su lado, como siempre, se encontraba Gabriella Escarcena, que llevaba un vestido corto de fiesta de un color muchísimo más oscuro que el rojo de Verónica. Gabriella era una de las modelos más sencillas de España, pero se notaba que aquella noche puso todo su esfuerzo y el de sus estilistas en el conjunto, para no dejar que Verónica se llevase, como siempre, toda la atención de la prensa, los focos y el público. Llevaba el pelo recogido y liso, cuando normalmente solía llevar aquellos rizos rubios sin peinar y sueltos en una melena que le llegaba hasta la mitad de su larga espalda. Aquel estilo natural que siempre portaba fue lo que hizo que las firmas de ropa cayesen a sus pies y la quisieran tanto, pero nunca fue la primera opción.

    Gabriella no siempre vivió a la sombra de Verónica, a pesar de que ahora sí lo hacía. Cuando empezó su carrera con quince años, la prensa hablaba de ella como la nueva revolución. La tildaban de ser la modelo más guapa y más exitosa, hasta que, cinco años después, Verónica llegó a la escena del modelaje. A pesar de esto, siempre se han considerado mejores amigas, aunque a la prensa rosa siempre le olió mal esta alianza y no dudaban en intentar contaminar aquella amistad con estúpidas rivalidades inventadas.

    —¡Madre mía! —exclamó Lucas al ver a las modelos— Estáis guapísimas, aunque eso siempre pasa, pero hoy os veo especialmente increíbles.

    —¡Muchísimas gracias, Lucas! —dijo Verónica riendo, haciendo gala de aquella sonrisa inmaculada.

    —Tú también estás genial —intervino Gabriella—. Ese traje te hace un culazo.

    Los tres comenzaron a reír y a hablar de temas superficiales y banales que no tenían ningún tipo de interés aparente, pero que Lucas estaba usando para intentar allanar el terreno y así conseguir sacarle toda la información a aquellas dos modelos; información por la que todos los medios y programas de prensa estaban luchando para intentar lograr. La confirmación sobre el retiro de ambas mujeres y la fundación y dirección conjunta de la nueva agencia de modelos era el tema de moda.

    —Bueno chicas, ha llegado el momento de la verdad. Ya sabéis que durante varias semanas hemos estado escuchando y comentando los rumores que apuntan a lo siguiente. ¿Es cierto que os habéis retirado y que vais a fundar una empresa juntas? —preguntó Lucas de una manera demasiado directa.

    —Vaya, directo al grano —dijo Adelina, que en ese momento aparecía e intervenía en la entrevista—. ¿Qué tenéis que decir, chicas?

    —Pues sí. Como se ha estado rumoreando durante las últimas semanas, Gabriella y yo anunciamos nuestro retiro oficialmente y la creación de la nueva agencia de modelos —hizo una pausa para crear expectación—. La agencia Jannuzzi.

    En aquel momento, todos los fanáticos y aficionados que estaban atentos a la entrevista comenzaron a aplaudir y gritar ante tan esperado anuncio, y las chicas se abrazaron emocionadas por aquella nueva etapa.

    —¡Por fin! Ya lo han escuchado señores, Lucas Castro en primicia confirma que los rumores han sido ciertos todo este tiempo —exclamó el periodista—. ¿Por qué habéis tardado tanto en revelarlo? —preguntó Lucas, que acercó el micrófono a las modelos.

    —Pues simplemente no queríamos decirlo de manera oficial para no cerrar ninguna posible puerta por si el proyecto de la agencia no seguía su curso y teníamos que volver a las pasarelas —aclaró Verónica.

    —¿Y cuándo tenéis pensado empezar con la actividad?

    —Si no hay ningún contratiempo, empezaremos la semana que viene —reveló Gabriella con una gran sonrisa en la cara.

    —Y, Adelina, ¿está preparada para que la agencia de su hija sea la competencia directa a la agencia Basso?

    —Créame cuando le digo que no podría estar más contenta por el hecho de que mi única competencia sea la empresa fundada por mi hija y por Gabriella, que es como una cuarta hija para mí —cogió a ambas de las manos como gesto de apoyo y cariño—. Y ahora, si me disculpan tengo que ausentarme.

    —¡Muchas gracias, Adelina! —dijo Lucas despidiendo a la matriarca de las Jannuzzi, que se adentró en la casa— ¿Y de quién fue la idea de crear esta agencia?

    —Fue mía —aseguró Verónica—. Sabía que Gabriella estaba planteándose retirarse y yo hacía unos meses que también quería hacerlo porque ya me aburría desfilar, así que le propuse hacer el retiro juntas y, como idea secundaria, fundar una nueva agencia que revolucionase la industria de la moda.

    —A mí me encantó la idea, y acepté inmediatamente —afirmó Gabriella, dirigiéndo una mirada cómplice a Verónica—. Es más, el nombre fue idea mía.

    —¿Tú decidiste ponerle Agencia Jannuzzi a la empresa? —preguntó Lucas, sorprendido.

    —Sí.

    —¿Y por qué no le pusiste tu apellido?

    —La más mediática de las dos es Verónica, era lógico que usásemos el apellido Jannuzzi. Todas las modelos del mundo quieren ser la nueva Verónica, la nueva Noelia o la próxima Marta; ponerle el apellido de estas a la empresa era la manera perfecta para decir “si quieres llegar al nivel de las mejores modelos del mundo ficha por la Agencia Jannuzzi”.

    —Vaya, en esta industria muchas otras modelos no permitirían que el nombre o apellido de otra estrella fuese el nombre que encabezase la imagen de su empresa.

    —Está mal que yo lo diga, pero ya sabes que nosotras no somos como el resto de la industria —dijo Gabriella, guiñando un ojo a cámar—. Y ahora voy a buscar una copa, que yo necesito beber para pasármelo bien.

    Soltó una carcajada y se marchó a por el primer camarero que vio que tuviese una bandeja llena de alcohol y, asaltándolo, cogió todas las copas de champán que sus manos le permitían sostener.

    —Menuda compañera de negocios te has buscado Verónica.

    —Tu sabes de sobra que yo soy capaz de controlarla; además, aunque siempre sea tan activa y no se esté quieta, cuando tiene que ponerse seria es la más profesional del mundo. Quizás por eso nos compenetremos tan bien y somos casi como hermanas —sentenció Verónica.

    —Por último, por parte de Gabriella es comprensible, porque acaba de cumplir treinta años y es la edad a la que las modelos comienzan a alejarse de las pasarelas para dedicarse a futuros proyectos; pero, ¿qué ha llevado a la modelo mejor pagada del país a retirarse con solo veinticinco años?

    —¿Sinceramente? Estaba ya muy aburrida de hacer siempre lo mismo. Casi diariamente desfilaba para las mismas marcas y sellos, con las mismas caras sobre las pasarelas y haciendo exactamente lo mismo cada vez que los focos me alumbraban. Quería nuevos retos y, como bien has dicho, al ser la modelo mejor pagada de España no tenía la necesidad de seguir alargando una carrera que a mi parecer ya ha cumplido con todos mis objetivos —se le notaba la voz rota por la emoción de dejar lo que fue su vida durante diez años—. Pero quiero decir a todos mis seguidores, que me han visto crecer y han vivido cada paso de mi vida junto a mí, que no puedo estar más ilusionada por mi nueva etapa y que no voy a dejar el mundo de la moda, simplemente me alejo de las pasarelas. Y, sobretodo, nunca diré que jamás pisaré otra pasarela... ¿Quién sabe si en algún futuro decido volver?

    —Pues bueno, cariño, muchísimas gracias por darnos la exclusiva de vuestro retiro y ojalá que la agencia Jannuzzi tenga muchísimo éxito —Lucas le dio dos besos a Verónica, que se metió en la casa donde la fiesta estaba a punto de comenzar—. Lo estábamos guardando en secreto, pero Noelia y Marta nos han invitado a entrar a la fiesta y grabar un poco de lo que se cuece ahí dentro. Seremos los únicos periodistas que cuenten con el visto bueno de la familia Jannuzzi para entrar en la increíble mansión. Vamos.

    Lucas se acercó a la puerta, y los vigilantes que se encontraban revisando la lista de invitados le permitieron el paso tanto al periodista como al hombre que portaba la cámara. Aquel hombre estaba encargado de grabar todo lo que iba ocurriendo mientras pudiese, pues las Jannuzzi solo les permitieron estar en el interior de la propiedad por no más de treinta minutos. En el momento en el que entraron se podían escuchar las quejas y replicas de los compañeros del gremio, que sabían que por mucho que suplicasen a los vigilantes, o a la propia familia Jannuzzi, nunca serían admitidos en aquella casa.

    En ese momento, la cámara enfocó al centro del salón, donde Marta bailaba para el deleite de todos los allí presentes. Noelia estaba sentada junto a ella, pero no tenía intención de robar el protagonismo a su hermana, al menos en ese momento. Justo cuando un grito inundó aquella mansión, las luces de la fiesta se apagaron y los murmullos de los invitados comenzaron a llenar la sala. Al poco tiempo se cortó la conexión con la cámara y las televisiones de todo el mundo se quedaron completamente en negro.

    Tras unos minutos, la luz regresó. Los murmullos de los invitados, confusos y asustados, aumentaron. Se separaron y abrieron una especie de claro en el centro de la sala, como si algo se encontrase tirado en el centro. En el suelo de la sala, rodeado por gente que se dedicaba a grabar y fotografiar lo que estaban presenciando, se encontraba el cuerpo sin vida de Gabriella Escarcena. Aquel cadáver estaba tirado en el suelo con los ojos completamente blancos, y el recorrido de lo que posiblemente fuesen lágrimas, tintadas por el maquillaje de los ojos, manchaba sus mejillas que hasta ese momento estaban impecables.

    —Está... —susurró Pedro desde el sofá de su casa, sin apartar la vista de la tele.

    —Está muerta —sentenció Hugo.

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